La Historia como Espejo (IV)
Análisis 19/09/2021 08:00 am         


El Islam, al extenderse como imperio, fue capaz de recoger y desarrollar gran parte del conocimiento producido en otras civilizaciones



Por Manuel Salvador Ramos


Hace muy pocos días el mundo recordó el dolor del 11 de septiembre. Este suceso concierne al propósito que hemos encarado al abordar la macroproblematica del musulmanismo con sentido de objetividad pedagógica, y nos da pie para que habiendo ya dibujado las líneas básicas del mismo, nos ocupemos de mostrar el rumbo del Islam dentro de la historia moderna y así buscar respuestas a un porqué esencial. ¿Cuáles son las razones profundas que explicarían como en el presente los rasgos del islamismo están deformados y adulterados por la violencia?, ¿cómo se llegó al contexto actual?, ¿qué dinámica operó para desembocar en lo que no pocos avizoran como un frontal choque civilizatorio?

Como lo hemos dicho varias veces, el Islam, al extenderse como imperio, fue capaz de recoger y desarrollar gran parte del conocimiento producido en otras civilizaciones, fundamentalmente el proveniente del Helenismo de Grecia, pero también con referencia a la cultura producida en Persia, India y China. Fue, de hecho, una de las mayores vías de expansión cultural en la premodernidad, llegando a su apogeo en los siglos X, XI y XII; es decir, cuando Europa se encontraba aún en plena Edad Media. Pero en la Europa de finales del siglo XV ocurre un evento histórico de gran importancia como es la reconquista cristiana por parte de los reinos unificados de Castilla y Aragón, la cual culmina con la toma de Granada en 1492. Tal acontecer trae como consecuencia la fe única, instaura el marco represivo de la Inquisición y genera la expulsión de judíos y moros del territorio ibérico.

Ese hito de 1492 trae además un punto de inflexión en la historia: el inicio de la creación del sistema capitalista que llegaría a dominar Occidente en razón a las conquistas que llevaron a cabo España y Portugal bajo el signo de la "superioridad" y la "legitimidad" de la cruz. Ello permitió crear las condiciones para que se produjese el factor conocido como acumulación primitiva (extracción del oro y la plata), lo cual a su vez más propiciaría recursos para el desarrollo de la primera etapa del capitalismo centroeuropeo bajo la hegemonía de Holanda, pero no sin que antes mediaran más de treinta años de duras guerras de religión entre católicos y protestantes. A partir de ese entonces se conforma un desplazamiento del centro de gravedad político y económico hacia el las zonas del oeste, centro y norte de Europa, el cual viene signado por la separación progresiva de la Iglesia y el Estado como consecuencia de la adopción del protestantismo como inspiración y mas concretamente, dentro del mismo, a las ideas basadas en el calvinismo.

Éstas fundamentaban la expansión del capital en los países y la ubicación de lo religioso dentro de la conciencia individual, diferenciando drásticamente ese plano de la esfera pública y del Estado. Posteriormente, luego del advenimiento de la Ilustración, el culto al beneficio iba a expandirse y a suplantar poco a poco a la fe cristiana, y ésta misma se fue adaptando de forma creciente al dictado de las necesidades de predominio del capital. Quedaban así sentadas las bases para el progresivo dominio mundial por parte de Occidente, noción geográfica ésta que en aquella época estaba circunscrita a Europa. Ahora bien, como lógica derivación del nuevo cauce histórico, ésta asume el deber de trasladar e imponer tales patrones al resto del mundo, lo cual, desafortunadamente, se haría en muchos casos a través de una praxis irracional de violencia contra los "pueblos bárbaros". En otras palabras, Occidente se arrogaba con exclusividad la legitimidad histórica fundada en la nueva visión civilizatoria.

El Islam, que se había expandido hasta el siglo XVI ayudado por el renovado ímpetu que aportó la irrupción del Imperio Otomano al llevarlo a la conquista de los Balcanes, arribando hasta el sur de Alemania y hasta las mismísimas puertas de Viena, entra en una fase declinatoria. Desde el final de la Edad Media, el predominio del Islam sobre el "Occidente" era una evidencia histórica incontestable, pero ya en el siglo XV la apertura de nuevas vías comerciales, gracias a la circunnavegación de África, permitió a las potencias europeas de la época soslayar un área del mundo que se resistía a sus designios de dominio mundial. Ello demarca un nuevo escenario histórico iniciándose un progresivo declive del Islam, pero ello no ocurre en forma repentina y la permanencia testimonial del mismo se iba a mantener prácticamente hasta el reacomodo histórico que ocurre con el fin de la Primera Guerra Mundial, y más concretamente, cuando las refomas impuestas por Kemal Ataturk en Turquía (1924) ponen fin al último Califato.

Así, luego de la Gran Guerra, se produce el reparto colonial del Imperio Otomano entre Gran Bretaña y Francia (Egipto, Argelia), y también España ha estado presente en el norte de África (Marruecos). Para el Islam es su ocaso político, pero aún dentro de ese contexto, es evidente que el mundo islámico fue el espacio que junto a China más se resistió al dominio Occidental, y ello es muy evidente en la coraza refractaria con la cual ha enfrentado la cultura moderna. De esta forma es posible decir que sólo en el siglo XX es cuando con propiedad se puede manejar una ecuación histórica que nos muestre a los "árabes totalmente dominados por los europeos", destacando además que en el espacio del mundo islámico que permaneció al margen de la modernidad, el poder político y el poder religioso siempre han estado estrechamente entrelazados.

Ahora bien, ese proceso de “resistencia”, ¿Cómo se manifiesta?, ¿Cuáles son los gestos y acciones del mundo islámico al ser preterido y avasallado culturalmente? Ese punto nodal define la deriva de los acontecimientos posteriores, y mas aún, marcan la tragedia del panorama actual.







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