Votar con “Anemia Politica”
Análisis 10/10/2021 08:00 am         


La megaelección del 21 de noviembre estará condicionada por el agravamiento de la crisis socioeconómica y la división opositora



A escaso mes y medio para la megaelección del 21 de noviembre el camino luce despejado para la consulta en un ambiente menos recargado de interrogantes y tensiones que hace un año cuando la elección parlamentaria. Un CNE renovado ha trabajo en afinar las condiciones necesarias para que el sufragio fluya con la debida transparencia, y ahora se contempla además la esperada presencia de la Unión Europea y el Centro Carter, así como de expertos de varios países. Nuevas organizaciones han sido legalizadas y sus candidatos ya se activan en busca del voto. Los partidos del “G-4” (VP, PJ, AD y UNT) han inscrito aspirantes con la rescatada tarjeta de la Mesa de la Unidad Democrática, (MUD) y de esta manera renuncian al llamado a la abstención y aunque algunos de manera discreta ahora estimulan el sufragio. El propio Leopoldo López -jefe de la oposición radical y reconocido como tal en el exterior -en recientes declaraciones en Madrid señalaba: ”las elecciones son un evento, no son justas, transparentes ni verificables, pero igual hay que votar”. Ello explica que dirigentes como Tomás Guanipa presidente de Primero Justicia opte a la alcaldía de Caracas; Manuel Rosales líder fundador de Un Nuevo Tiempo apueste a la reelección como gobernador en Zulia; Freddy Guevara de Voluntad Popular y activista de las “guarimbas” reniegue del abstencionismo y que el propio Henry Ramos Allup sin la tarjeta de AD inscriba candidatos en varios estados. Por su parte, La Alianza Democrática encabezada por Avanzada Progresista (que en 2018 lanzó la candidatura presidencial de Henry Falcón), Esperanza por el Cambio de Javier Bertucci y otras organizaciones que acumularon fuerzas en la consulta del año pasado) representan el principal polo opositor desde su ruptura con la línea abstencionista hace tres años.

En el oficialismo el Gran Polo Patriótico a la cabeza el PSUV e integrado además por UPV, MEP, Podemos; CRV, MSV y Redes, cumplió un proceso de escogencia abierta de los aspirantes a gobernadores, alcaldes, legisladores y concejales. En esta ocasión compite también una plataforma disidente del GPP pero que suscribe las políticas del régimen denominada Alianza Popular Revolucionaria (APR) liderada por el Partido Comunista e integrada por Lucha de Clases (sección venezolana de la Corriente Marxista Internacional), Izquierda Unida, Partido Revolucionario del Trabajo, Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, Red Autónoma de Comuneros, Compa Somos Lina y Voces Antiimperialistas.


CAIDA DE LA MUD

La Mesa de la Unidad Democrática se fundó el 23 de enero de 2008 como un esfuerzo unitario de más de treinta partidos opositores y en 2012 se inscribió como partido para presentarse a las legislativas de 2015 en las cuales el chavismo-madurismo perdió la Asamblea Nacional después de 15 años. En esta ocasión la MUD ganó 112 de los 167 escaños en juego, siendo la tarjeta con más votos en la historia del país. La Mesa de la Unidad Democrática tuvo como antecedente a la Coordinadora Democrática creada en julio de 2002 y presidida por Enrique Mendoza, entonces gobernador del estado Miranda y que aglutinó la lucha de la sociedad civil que condujo entonces incluso a la salida por tres días de Hugo Chávez del poder, la mediación internacional de la OEA y el Centro Carter y la realización el 15 de agosto de 2004 de un referéndum revocatorio que resultó favorable al gobernante.
Las últimas elecciones regionales se realizaron el 15 de octubre de 2017 en un clima de crispación por las acciones de las “guarimbas” y la represión policial en las calles con enorme costo en víctimas, heridos, presos, daños materiales y la elección de una Asamblea Constituyente considerada ilegitima por la oposición y factores internacionales como la OEA enfrentados ya al rumbo del proceso venezolano. Ese día votaron 11 millones de electores que resumen el 61,03 por ciento de la población electoral. Con 55,07 por ciento de los votos el Gran Polo Patriótico ganó 18 gobernaciones y la MUD con el 44,31 por ciento alcanzó el triunfo en 5 entidades. Sorpresivamente esa misma noche Gerardo Blyde vocero de la alianza desconoció los resultados y cantó fraude cuando todavía se contabilizaban sufragios en el CNE Salvo Andrés Velásquez candidato en Bolívar no se conocieron más detalles sobre graves irregularidades como para desconocer el proceso. Sin duda, más que la constatación de los resultados en este caso privó la tensión existente con la actuación paralela de una Constituyente que obligó a los mandatarios electos a la juramentación ante sus directivos. Juan Pablo Guanipa de Primero Justica, quien ganó ampliamente en el Zulia se negó a juramentarse, y se convocaron nuevas elecciones en la entidad que otorgaron la victoria al actual mandatario madurista Omar Prieto. Sin embargo, Laidy Gómez en Táchira, Antonio Barreto Sira en Anzoátegui, Ramón Guevara en Mérida y Alfredo Díaz en Nueva Esparta, todos militantes de AD asumieron funciones y ahora apuestan a la reelección el 21 de noviembre.


SAGRADA ABSTENCION

La convocatoria adelantada a la escogencia presidencial 20 de mayo de 2018 al término del mandato de Maduro, colocó en situación difícil a los principales factores opositores (hoy”G-4”) que asumieron la abstención como consigna–que suele explicarse como un recurso táctico ante circunstancias muy precisas- pero nunca como una estrategia por cuanto significaría la renuncia voluntaria al principal escenario en la lucha por el poder. En un ejemplo sencillo, sería como si una persona sana caprichosamente se amputara las piernas para no caminar. El planteamiento fue reforzado por la presión de la llamada “comunidad internacional” encabezada por el gobierno de Donad Trump, que confiaba un cambio político solamente a la caída de Maduro, desconociendo que el voto, quiérase o no, como ocurría con Mugabe en Zimbabue, es signo distintivo de un modelo autoritario distinto a las tradicionales dictaduras militares, y no sólo atributo principal de la democracia representativa.


DESENCANTO

El escenario para la megaelección del 21 de noviembre, tal como lo revelan las encuestas más diversas, estará marcado por la creciente tendencia de rechazo a la gestión de Maduro, el agravamiento de la situación económica y social, el repunte de la diáspora y la pandemia del Covid-19; pero ahora también por la incapacidad opositora de abrir una clara posibilidad de victoria. La falta de una propuesta confiable como la que representó la MUD, la proliferación de candidaturas antimaduristas en todo el país, y el agotamiento de la expectativa Guaidó, se suman a variantes en la “comunidad internacional” como la derrota de Trump, reacomodos en la Unión Europea, la desaparición del “Grupo de Lima” y expectativas de triunfo de la izquierda en Chile y Colombia, el casi seguro retorno de Lula en Brasil y el mayor peso de la propuestas nacionalista anti-OEA de López Obrador en México, que han creado un ambiente que conspira contra la posibilidad de un pronto cambio de gobierno venezolano en la línea intervencionista de la Casa Blanca apoyada nacionalmente por el “G-4”. Todo ello ha conducido a un clima de desencanto y pesimismo en el electorado que se reflejaría seguramente en la votación de noviembre. Como reconoce Ramón José Medina, depositario legal de la tarjeta de la MUD: “hoy el país padece de anemia política”.










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