Caracas puso a Londres al borde
Bulevar 10/07/2019 05:00 am         


La arquitectura del futuro es verde y no tiene límites



Londres ha sido una fiesta; una de arquitectura. Así como en Caracas el divino oficio (dios es el arquitecto del universo) conmueve convocando charlas y proponiendo ver alrededor (no vamos a la arquitectura, vivimos en ella), durante no una semana sino un mes entero, todo junio, la capital británica atrajo hacía sí a medio mundo: curiosos, amantes del diseño y arquitectos, por supuesto, interesados en pensar el espacio donde se levantará el futuro, uno que se perfila necesariamente más verde y más amable, más interactivo y en horario corrido (que nadie nos quite la noche), y uno más ancho; quién sabe si menos ajeno. Ay, emigrantes, ay, murallas.

Mientras en Caracas la arquitectura se conmemora en julio (la reunión celebrada el 4 de julio de 1945 a la que asistieron los celebérrimos arquitectos Carlos Raúl Villanueva, Luis Eduardo Chataing, Rafael Bergamín, Cipriano Domínguez, Enrique García Maldonado, Heriberto González Méndez y Roberto Henríquez para crear la Sociedad Venezolana de Arquitectos se toma como la fecha que los honra), y se invita a hacer foco en las maravillas que son patrimonio de la humanidad, como la Ciudad Universitaria, y se propone restaurar esa joya llamada Jardín Botánico y defender el Parque del Este, paradojas mediante, en medio del trauma causado por el Brexit, o tal vez por eso, el tema del festival fueron las fronteras. Los límites y sus consecuencias imantaron a los participantes. 

Jardin Botánico de Caracas

Caracas, con una representación robusta, llegó con sus tapias, garitas y territorios marcados a cuestas. Se asumió al borde. Y, contra viento y marea, se asumió viva. A la convocatoria asistieron muchos venezolanos. De los 200 inscritos una tercera parte eran caraqueños, que convirtieron la feria en asunto suyo. Al decir de la arquitecta María Isabel Peña, profesora y principal de CCS-City-Comunidades, se supo en Londres de los grupos de trabajo que para el desarrollo de proyectos participativos y programas comunitarios en asentamientos espontáneos o barrios de Caracas, desarrolla CCS-City-Comunidades desde la Fundación Espacio y otras instancias y organizaciones no gubernamentales a partir del esfuerzo conjunto con las comunidades que hacen vida en estas zonas al borde en pos de la integración. Y constató que los jóvenes que estudiaron en la Central y la Simón y que dieron sus pinitos en las universidades locales lucubrando las partes de una casa allá dan la talla con propuestas que tienen que ver con ¡hacer ciudades enteras!

No tuvieron los londinenses una única sede para las más de 500 actividades producidas por el gusto de debatir hasta dónde llegamos unos y otros. En plazas, salones, bibliotecas, galerías, parques, el festival de arquitectura fue un suceso que emergió, arropó, se desarrolló en todas las instancias y posibilidades, en performance en las narices y en debates a ojos vista. En Caracas se junta el 4 con el 25 de julio y la celebración de Caracas es un acto de confirmación del amor por la escena, magullada, sí, maltratada, cierto, pero redimible. Caracas es posible y los arquitectos son de los más empeñados en restaurar no solo su imagen desdentada sino de ir, como arqueólogos, capas adentro y conseguir enlazarla. Conectarla consigo misma. Coserla, hacerla una unidad integrada. Borrar límites y revertir lo que sostiene el discurso: la ciudad es el valle, lo que la rodea es margen. Marginal.

La visita a Venezuela del arquitecto inglés Will Sandy despertaría curiosidades mutuas. Igual que en Londres asombraron las ponencias de los arquitectos venezolanos y la participación de los estudiantes caraqueños, en su periplo exploratorio por Caracas, andando por los espacios públicos de zonas diversas, las más y las menos intrincadas, de la mano de los pares locales pensó el aprovechamiento de cada resquicio y, junto con la gente creativa de Incursiones (“espacio de diálogo y colaboración directa entre la ciudadanía, organizaciones locales e internacionales, universidades y el sector público y privado, que tiene como propósito co-crear e instrumentar soluciones de alto impacto a los retos de la ciudad”, como se definen; “laboratorio que facilita la participación de actores de diferentes disciplinas en investigaciones, metodologías y soluciones a favor de los ciudadanos y el desarrollo social”), el invento a cuatro manos made in Caracas que habiendo empezado su desarrollo (“en 2018 realizamos el workshop, la primera parte del proyecto, con los estudiantes”) será presentado este mes (feliz cumpleaños, Caracas). Se trata del Catalyst Cube, cubo multifuncional, como un kiosco, que deviene punto de encuentro. Tiene pizarra para que pueda ser un aula abierta, puede ser biblioteca, también territorio de juegos. Cada vez se vuelve una obra más versátil. Lúdica.

El proyecto se llama 'Catalyst Cube' y fue diseñado de forma conjunta por Will Sandy e Incursiones en 2019

El enlace que propició la gente del British Council hizo no solo que viniera Will Sandy y se interesara en esta obra in situ sino que el creativo arquitecto y profesor Stefan Gzyl, asociado a Incursiones (y, claro, al cubo), y quien también fuera directora del Instituto de Urbanismo, María Isabel Peña, entre otros, viajaran a Londres y conversaran allá, en foros organizados en un centro de arquitectura, de su experiencia profesional y existencial en este valle no solo de lágrimas. “Contamos lo que hacemos desde nuestra plataforma CCS-City-Comunidades, reconocimiento de las zonas llamadas populares, consideradas desde la simplificación y el cliché como si fueran borde y no parte integral de Caracas”, explicó las intenciones de conexión tan importantes. Y contó ante ingleses asombrados y venezolanos emocionados de la urgencia de romper las fronteras: “así la ciudad es más grande”. Como dice Gzyl, “la ruptura de prejuicios y bardas es un trabajo psicológico, cultural, sociológico, social y claro de arquitectura”.

Es que las fronteras que acotan, incomunican, afectan el desarrollo. La ciudad que se recorre de manera fluida no es la misma que aquella laberíntica, hermética, obstaculizada que solo vemos de perfil, que no nos pertenece. Una ciudad interceptada por circunstancias inabordables, de difícil acceso, está interrumpida, es decir, fragmentada. Una ciudad es el todo y sus partes, si rotas, debilitan el organismo que toda ciudad es. En Londres debaten sobre el tema y abren el zoom hasta las migraciones. Algunas urbanizaciones privadas exhiben franqueza con sus entradas abiertas y su vidrios delatores, nada de rejas o pórticos; igual están resguardadas por cuidadores que te dicen ¡alto! En Caracas el tema de la inseguridad es la motivación y la urgencia del diseño del miedo, no es debate: la meta es subir cada vez más un centímetro a las murallas. Añadir cercas eléctricas. Nos tememos (Los muros de Caracas sumados miden más que la muralla china).

Pero ¿y puede entonces vivirse aquí? Además de la crisis y las carencias ¿cómo hay cotidianidad y productividad en una ciudad que parece desahuciada? Caracas, en Londres, se defendió como realidad que viene y que es de la sombras que la acechan. Hasta los foros trasatlánticos llegó el texto de Alonso Moleiro (Caracas está muerta) un poema triste de nostalgia en que el entrañable periodista y caracadicto se permite el rapto y hace la triste relación de lo perdido. Texto breve y demoledor, emocional y con un peso que alela al mismo Moleiro (“es una idea que expresé, no un dogma”) llegaría hasta allá el debate sobre si la ciudad aun late.

Claro que sí. El caos y la crisis la acompañan, tienen lugar en ella. Pero Caracas existe, aun desolada. Resiste. Y suma defensores cada vez más como los tantos ruteros que la valoran por sus caminos, las fachadas que la cuentan, las oenegés y colectivos buenos que la defienden y proponen encuentros callejeros para confirmar que la vida urbana tiene lugar en el espacio público, a su vez sede donde se ejerce libre la democracia. Verbigracia el evento histórico de Ilumina, convocado el 18 de mayo por Ciudad Laboratorio y Revela, el 6. Sí se puede, y ya en la ciudad se organizan sus amadores caracadictos para el 25. El 13 hay más jaleo en Los Palos Grandes. La vida se sostiene gracias a la convicción.

Eso sí, comparaciones aparte, lo que hay que ganarle a Londres es el lugar cimero que se propone alcanzar al cabo de pocos años como ¡la ciudad más verde del planeta!, y no solo en sentido ecológico, es decir, reduciendo los niveles de carbono, no: prometen los londinense que su ciudad será verde a los ojos de todos. La idea es colmar las aceras de plantas y reducir el hormigón donde sea factible. Será cubierto o desaparecerá en la medida de lo posible en brocales, fachadas, balcones, cada intersticio. Pero ¿también colgarán enredaderas de las autopistas? ¿Crecerán mijaos en medio del asfalto como en la tercera avenida de Los Palos Grandes? Caracas, ciudad de verde terco ¿no debería conquistar esa meta que le es natural? Con un Ávila que desde todo punto de vista es abrazo verde, más profundo con el primer chubasco ¿no tendríamos que florecer y gozar junto con los árboles la luz y que también gozara con nosotros el mundo? Caracas podría ser esa ciudad primera convertida en bosque urbano. Ella sola ha hecho buena parte del trabajo. Londres verde, la envidia es nuestra, por ahora.





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