El 2 de septiembre de 1947 en Río de Janeiro se firmó el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) como un paso decisivo en el marco de la Guerra Fría y que garantizaba el apoyo de las naciones del continente a la estrategia anticomunista de Estados Unidos; dos años después se suscribió el Tratado del Atlántico Norte. El llamado "Tratado de Río" facilitó un año después la Conferencia Interamericana de Bogotá que dio nacimiento a la Organización de Estados Americanos (OEA), y de esa manera se definían dos factores importantes (uno militar y otro político) que comprometían el apoyo latinoamericano a las políticas de Washington y que habrían de mantenerse al calor de la confrontación Este-Oeste. Si bien los términos del Tratado nunca fueron aplicados, no obstante fue invocado en veinte oportunidades: entre 1950 y 1960 a raíz del bloqueo a Cuba de 1962, durante la guerra entre Honduras y El Salvador en 1969, por la guerra de Las Malvinas en 1982 en cuya ocasión su aplicación que lucía pertinente fue bloqueada por la diplomacia norteamericana, y también en ocasión de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington.

El derrumbamiento de la Unión Soviética y en consecuencia del eje comunista y la invasión de Estados Unidos a Irak por el tema de Kuwait, definieron el llamado "nuevo orden mundial" que ponía cese a la confrontación bipolar e iniciaba un esquema geopolítico de naturaleza multipolar. En el 2002 el gobierno mexicano de Vicente Fox anunció su salida del Pacto de Río por considerarlo "obsoleto ante las actuales circunstancias" y el 5 de junio de 2012 Venezuela, junto a Nicaragua y Ecuador, adoptó la misma decisión que luego fue suscrita también por Bolivia.

De allí que llame la atención el anuncio de Guaidó en el sentido de que la Asamblea Nacional propondrá el retorno del país al Acuerdo, justamente cuando en los medios diplomáticos se considera la posibilidad de una intervención o asistencia conjunta de los países hemisféricos frente a la situación venezolana. Una iniciativa que sin duda se corresponde con los pasos de Donald Trump y el llamado equipo de "los halcones de papel" en rescate de la doctrina Monroe; para lo cual ya se han tomado acciones en el seno de la OEA, después que Venezuela formalizara su separación y el organismo admitiera como representante de facto a un funcionario designado por el presidente del parlamento.

Con razón muchos analistas coinciden en que curiosamente Venezuela convertida en "manzana de la discordia" de la conflictividad global, constituye un pretexto ahora para reeditar -obviamente en condiciones desfavorables- el largo tramo que significó la Guerra Fría.