Para qué sirve la abstención
Análisis 10/06/2019 10:00 am         


“Caso Venezuela” hacia un desenlace pacífico por la vía electoral



Resulta claro que la gestión internacional del Grupo de Contacto, la Unión Europea, Rusia, China, Turquía, Cuba, México y Uruguay; así como los encuentros en Oslo y la reunión de la semana pasada entre los cancilleres de Rusia y Colombia que rechazan la intervención -curiosamente propuesta días antes por el propio mandatario colombiano Iván Duque-, marcan una clara tendencia a favor de un desenlace pacífico por la vía electoral con amplia vigilancia internacional. El gobierno tendría que valorar que ello comporta una contribución nada despreciable en el camino de una negociación que, como se sabe, implica siempre desprendimientos y concesiones mutuas. En la misma línea se inscriben las reciente opiniones del Secretario de Estado Mike Pompeo y en especial de Elliott Abrams enviado especial para el “caso Venezuela” y quien ha manejado en buena medida la “Operación Libertad” que encabeza Juan Guaidó en el marco de la cual se han protagonizado significativos episodios en los últimos meses en particular lo ocurrido el 30 de abril. Nicolás Maduro, como se esperaba, ha propuesto al Consejo de Defensa y Seguridad de la Nación la conveniencia de adelantar la convocatoria a elecciones parlamentarias, lo cual significa que la decisión será tomada en el corto tiempo por la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), tal como ocurrió para la activación de elecciones en 2017 y 2018. Si bien este camino es objetado por la oposición y básicamente por la comunidad internacional que propone elecciones generales con nuevas condiciones y con una estricta vigilancia de los países interesados en el futuro democrático del país, activa nuevamente el mecanismo del voto, el cual ha sido factor determinante de la división o dispersión de los factores críticos y determinó la desaparición de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).

Salvo circunstancias imprevistas es posible que en los próximos meses los ciudadanos acudan nuevamente para la elección de una nueva Asamblea Nacional, tal como ha ocurrido hasta ahora en el camino de consolidar la hegemonía madurista pese al creciente agravamiento de la crisis económica y social. En tal contexto el reto mayor es para las fuerzas opositoras que no disponen del mecanismo unitario que actuó en eventos anteriores. Ahora un sector importante de la oposición se inclina por la conveniencia de participar en la elección admitiendo un escenario institucional ventajista por el Consejo Nacional Electoral (CNE). En la posible consulta, tal como ocurrió en 2018 cuando organizaciones como Avanzada Progresista, el MAS y Copei, además de nuevos movimientos de la sociedad civil presentaron candidatos, se pondría de nuevo en juego la unidad opositora que había funcionado en buena medida en las apelaciones electorales desde el 2000 y que demostró su eficacia con la victoria legislativa de diciembre de 2015.

En este caso se conoce que figuras importantes del juego democrático que han mantenido un bajo perfil y cedido espacio a que nuevas organizaciones consideradas como "el centro” del espectro político, asumirán (junto a líderes como los excandidatos presidenciales Eduardo Fernández, Claudio Fermín, entre otros) un papel protagónico en el llamado a ejercer el derecho al voto, según el planteamiento de que la prédica abstencionista en las presentes circunstancias ha resultado no sólo inútil, sino que paradójicamente ha funcionado como un mecanismo para profundizar el mandato del chavismo-madurismo. Un hecho que guarda antecedentes significativos en la política venezolana, si se recuerda cómo en las elecciones para la Asamblea Constituyente de 1952 (marcada por el ventajismo, la represión de la Seguridad Nacional y la sensación de progreso generada por el gobierno militar) el abstencionismo decretado por el partido ampliamente mayoritario de la época, Acción Democrática, fue enfrentado por Jóvito Villalba y Rafael Caldera con URD y Copei, quienes contra todo pronóstico alcanzaron una histórica victoria; o cuando en 1957 en pleno esplendor del perezjimenismo organizaciones perseguidas y proscritas como Acción Democrática y el Partido Comunista decidieron acudir a una consulta con la candidatura de Rafael Caldera, considerado como su más firme adversario ideológico y en el entendido que no existía la más mínima posibilidad de derrotar mediante el voto a un régimen fortalecido por la estructura militar, el cese de espacios medianamente democráticos y una generalizada sensación de bienestar colectivo y como siempre gracias a la Providencia petrolera. En aquellas circunstancias los gobernantes seguramente atendiendo a la experiencia del 52, pospusieron el llamado a la consulta abierta y se inclinaron por el mecanismo abusivo de un plebiscito que curiosamente resultó la sentencia de muerte para la dictadura pocos días después, el 23 de enero de 1958.





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