La Historia como Espejo (VI)
Análisis 03/10/2021 08:00 am         


El Islam fundamentalista, propiamente dicho, solo empieza a desarrollarse luego de la constitución del Estado de Israel



Por Manuel Salvador Ramos


Las posturas radicales dentro del musulmanismo han sido nota distintiva en la secuencia histórica del Islam. Desde el mismo momento en el cual MAHOMA comienza a predicar, aparecen oposiciones y divergencias de distinto tenor, por lo que no es extraño presenciar que la mayoría de esos choques son constantes ya al comenzar a expandirse el nuevo credo en territorios conquistados. Como señalamiento que ejemplifique lo dicho, vemos como la PRIMERA FITNA (guerra civil), ocurrida al poco de morir El Profeta, se deriva de la lucha por la sucesión y marcó un hito en la división del credo en las dos grandes ramas. No olvidemos además que en recuentos anteriores se mencionó lo relativo a la muerte violenta de los cuatro califas del primer periodo y por lo tanto no es de extrañar que a lo largo de siglos, mientras duró el esplendor civilizatorio, sangrientas pugnas hayan marcado el devenir del ISLAM.

Al producirse la varias veces aludida expansión del Islam, la visión de importantes sectores dentro del mismo es que los éxitos y logros alcanzados se debían fundamentalmente a la pureza de un pueblo en la lucha por los fines que encarnaba el musulmanismo, pero igualmente visualizaban como ello también había traído un elemento contaminador de esa pureza originaria, Ésta se había deteriorado, por decirlo así, cuando las nuevas generaciones se vinculaban con formas culturales de otras sociedades y también cuando enfrentaban distintas realidades derivadas de circunstancias y hechos políticos específicos (real politik). De esas revisiones nace un movimiento tradicionalista conocido como SALAFISMO que hace un llamamiento a los musulmanes para volver al Islam de los salaf (Mahoma y los compañeros mas allegados) como forma de preservar los fundamentos que inspiraron el auge y el expansivo arraigo de sus prédicas. Esta visión crece y se fortalece durante todo el período histórico en el cual se desarrolló la Civilización Islámica y a la larga se transforma en la esencia de las tensiones que no solo enfocan sus críticas sobre el ejercicio del PODER y sus incongruencias con lo prescrito por El Corán, sino ya muy posteriormente llegan a plantear que la razón del retroceso del mundo islámico y el inicio del dominio creciente de las potencias europeas sobre el Islam durante los siglos XVIII-XIX, se debió a las desviaciónes de la sociedad musulmana.

Conceptualizamos entonces el SALAFISMO como un movimiento de respuesta socio-religioso que se fue asentando durante cientos de años en el imaginario colectivo del mundo musulmán en busca de respuesta a su decadencia y para el cual su mayor enemigo es la influencia del mundo moderno. El SALAFISMO rechaza toda concepción filosófica o jurídica, considerando que ellas propician y estimulan las imperfecciones y la contaminación interna. Consecuencialmente, niegan la etiqueta de musulmán a los musulmanes que tienen una visión moderna del Islam o aquellos que adaptan el Islam a su personalidad para vivir una vida mas adaptada a la modernidad y la secularidad.

Ya a finales del siglo XIX y bien entrado el siglo XX, además del SALAFISMO echa raíces en Arabia Saudita el llamado WAHABISMO. Este movimiento rechaza cualquier ceremonia o idea que ponga en cuestión el concepto de unidad de culto y no duda en calificar como politeístas y/o apostatas a las prácticas o ceremonias que expresen cualquier duda sobre el culto único a Dios. Para el WAHABISMO, el propósito último del movimiento era renovar el conjunto de tradiciones jurídicas, teológicas y místicas que habían contaminado el Islam desde la relevación coránica.

¿Podríamos decir entonces que el WAHABISMO no se diferencia en lo fundamental del pensamiento SALAFISTA? Para responder ello tenemos que visualizar a aquel como un movimiento también tradicionalista, rigorista y ortodoxo en cuanto a la visión religiosa, pero con orientaciones mas acordes a la realidad histórica que hoy encarna Arabia Saudita como potencia y con total predominio Sunita, en contraposición con los intereses de Irán, que también es una potencia en la región del Medio Oriente, pero que mantiene el predominio Chiíta. El WAHABISMO, impulsado desde Arabia Saudita, llevó al SALAFISMO a caer en la fuerza de su órbita gracias al poderío financiado por el auge económico de la riqueza petrolífera.

El SALAFISMO y el WAHABISMO son entonces las interpretaciones teóricas del musulmanismo de carácter rigorista, ultrapuritano e intransigente, que motivan a reaccionar al mundo musulman ante su declive. No obstante, el Islam fundamentalista propiamente dicho, solo empieza a desarrollarse luego de la constitución del Estado de Israel, de las posteriores luchas de los palestinos y de las crisis de la década de los setenta que culminaron en el desastre árabe en la Guerra de los Seis Días. Ese conflicto marcó la definitiva quiebra de las formaciones nacionalistas y socialistas árabes agrupadas en los movimientos socio-políticos que a mediados del siglo pasado se conocieron como PANARABISMO y los cuales como principal referente al gobernante y líder egipcio GAMAL ABDER NASSER. Por lo demás, las experiencias e intentos enmarcados en tal concepción eran responsabilizados por el fundamentalismo islámico de la debacle histórica que sufría el Islam al fracasar los proyectos modernizadores posteriores a la descolonización. Ese marco de crisis había traído consigo una suerte de humillación histórica que inducía a los pueblos árabes a encontrar refugio en la fe para compensar su desesperanza. El islamismo, como lectura pétrea y objetiva del Corán, se había venido convirtiendo en ideología al plantear taxativamente “Todo está en el Corán". Es un intento de vuelta a un pasado mítico e imaginario para escapar de la situación sin salida a la que había conducido el proyecto modernizador occidental, tanto en su variante capitalista como en la referida al "socialismo" de Estado (caso de Argelia o más tarde de Afganistán, pero también, en otro orden, de tipo baasista como en Irak y Siria).

A ese cuadro psico-social se suma que en esas décadas la demografía de la región se dispara y las economías entran en severas crisis, lo que amplía sustancialmente la precarización de amplios sectores, agregándose a ello la exclusión social como derivación de las reubicaciones de carácter urbano-metropolitano. Es entonces cuando el Islam político o fundamentalista, con diversas corrientes en su seno, cobra protagonismo con un mensaje interclasista que resalta el rechazo tanto a la occidentalización como al laicismo panárabe de los cincuenta y sesenta, y promueve como norte fundamental la necesidad de purificar la "nación islámica” (UMMA) entera en marcha hacia su liberación.







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