La Historia como Espejo (VIII)
Análisis 07/11/2021 08:00 am         


Desde mediados del siglo XX el mundo no sólo viene experimentando drásticos cambios, sino también niveles de violencia terrorista hasta ahora inusitados



Por Manuel Salvador Ramos


Nuestra anterior entrega había puesto sobre la mesa los lineamientos generales de dos conceptos imprescindibles para captar la problemática del mundo musulmán y luego culminar el propósito divulgativo. Para ello veníamos basándonos únicamente en señalamientos formalmente neutros y así reservar los criterios valorativos para los artículos finales. Desafortunadamente, en el momento de preparación de esta nota, los medios y agencias de prensa han reflejado un hecho ocurrido el 02 de noviembre y creemos pertinente reproducir la visión del mismo por parte de los medios noticiosos de todo el mundo y a la par destacar la apreciación que sobre la autoría del hecho criminal tiene el propio gobierno de Afganistán. Es lamentable que un doloroso acontecimiento sea un hito en nuestro análisis, pero esa triste paradoja nos permitirá enfatizar aspectos que permitirán entender mas claramente y de forma mas impactante, la necesidad de asimilar tanto la profundidad como las perspectivas que encierra la compleja naturaleza del radicalismo musulmán en el futuro histórico.

“El ataque kamikaze con explosivos seguido por un tiroteo estremeció a Kabul, la capital de Afganistán, donde al menos una veintena de personas fueron asesinadas y hay decenas afectadas. El gobierno de los talibanes manifestó que la autoría del ataque está relacionada con el Estado Islámico, la mayor amenaza a la seguridad que enfrentan en la actualidad.”

(…)

“En marzo de 2017, el centro sanitario sufrió un golpe similar al que recibió este martes. En aquella ocasión, reivindicada por el grupo yihadista, un atacante suicida se inmoló en la entrada del hospital.

Posteriormente ingresaron tres terroristas disparando a quemarropa. El incidente duró más de seis horas hasta que el último insurgente fue abatido por las tropas afganas. El saldo fue de más de 30 muertos y decenas de heridos.”

(…)

“Los talibanes le adjudicaron este acto al grupo yihadista del Estado Islámico, el cual apareció con diferentes golpes frecuentemente desde el arribo del nuevo gobierno talibán en agosto pasado y que son la mayor amenaza del régimen y su seguridad. Hasta el momento ningún grupo se adjudicó el hecho.”

(*) Tomados de la agencia France Press

EL TERRORISMO, ESENCIA Y RAZÓN DEL ESTADO ISLÁMICO

Como ya hemos apuntado, desde mediados del siglo XX el mundo no sólo viene experimentando drásticos cambios sociales, económicos, políticos y culturales (propios del avance de la globalización), sino también niveles de violencia terrorista hasta ahora inusitados. La desintegración de la Unión Soviética y el fracaso del sistema comunista hacían suponer que una nueva realidad económica globalizada brindaría oportunidades para el establecimiento de un dinamismo más renovado en las relaciones internacionales y que el mismo contribuyese a eliminar o reducir las grandes diferencias existentes en el reparto de las riquezas entre unas zonas y otras del planeta, impulsando de esa manera el ideario de la democracia y la universalización de los derechos humanos. Sin embargo, la bipolaridad de antaño dio paso a un mundo unipolar donde predomina, absolutamente, en el ámbito económico, político y militar, la gran superpotencia vencedora de la etapa de la Guerra Fría: Estados Unidos. Ese quiebre histórico ha propiciado un cuadro pleno de conflictos internos en los países de tradición y cultura musulmana, avivados los mismos con la violencia como signo. En este sentido, la creciente ola de terrorismo que se ha expandido en los últimos años desde el mundo árabe-musulmán hacia Occidente, se origina en la propia trayectoria histórica de estos países (antes colonias), a sus estructuras políticas, sociales y económicas, y sobre todo a la gran armazón ideológica y religiosa predominante en dichas culturas. En ese marco del acontecer histórico, el Estado Islámico, desconocido hasta hace poco tiempo, ha ingresado de manera abrupta y violenta en la escena geopolítica mundial.

Destacados signos precursores marcaron los antecedentes de esta irrupción. Efectivamente, la Guerra del Golfo de 1991 constituyó un punto de inflexión en la situación política regional y mundial. A lo largo de varios meses críticos, la problemática del Golfo traspasó los límites regionales y se instaló como la cuestión más importante de la escena mundial. Estados Unidos, con presencia militar consolidada en la zona, exigió la inmediata retirada iraquí y el Consejo de Seguridad de la ONU autorizó el uso de la fuerza para que Irak abandonara Kuwait. De este modo, esta guerra —avalada por la legitimidad internacional— supuso un cambio crucial en las relaciones de poder: Estados Unidos asumía un rol hegemónico e indiscutido en cuanto a potencia militar.

Otro factor previo a considerar es el ataque terrorista que derribó la Torres Gemelas de Nueva York, el 11 de septiembre de 2001, el cual puso a la seguridad como el tema prioritario en detrimento de los asuntos económicos, culturales y sociales al evidenciarse que el gran poder que ostentaban los norteamericanos había sido golpeado en su propio corazón. Estados Unidos, al verse obligado a buscar culpables, puso el dedo acusador sobre el mundo árabe. Emergió entonces la figura del terrorista Osama Bin Laden, líder de Al-Qaeda y autor ideológico de los atentados, para convertirse de inmediato en el nuevo enemigo de Occidente. Tan solo un mes después de los atentados Estados Unidos lanzó su poderío militar contra Afganistán para derribar su régimen talibán, el cual daba resguardo a Bin Laden. ello alimentó el odio y provocó un rechazo generalizado en el mundo árabe hacia la principal potencia del mundo. El triunfo en la guerra de Afganistán derrocó del poder a los talibanes y restauraron un gobierno democrático algo confuso, situación que a la larga benefició a Al Qaeda. El dominio que se pretendía ejercer en esta nación siempre tuvo ribetes de importancia geopolítica y estratégica, ya que permitió monitorear de cerca todas las potencias nucleares de la región: China, Rusia, Irán, Pakistán y Corea del Norte ante un posible ataque a la nación occidental.

Posteriormente y luego del daño ocasionado en Afganistán, en el año 2003, en función de que el gran objetivo estratégico era asegurar la paz en el mundo y acabar con las conexiones terroristas), el objetivo principal contra el terrorismo recae en Irak. Se produce la invasión a ese país con una coalición encabezada por Estados Unidos, que contaba con el respaldo de Gran Bretaña, Polonia, Portugal, Italia, Dinamarca y Australia, entre otros países, cuya justificación concreta era la vinculación que allí existía entre la red Al Qaeda con el régimen de Saddam Hussein. La misión principal era encontrar e inutilizar las armas de destrucción masiva con las que supuestamente contaba Saddam y, al mismo tiempo, liberar al pueblo iraquí del régimen opresor del dictador. Al Qaeda fue parte principal de la resistencia a la invasión estadounidense en Irak en el año 2004 y juraron lealtad a Osama Bin Laden cuando pasaron a llamarse "Al-Qaeda en Irak".
La captura y posterior ejecución de Saddan Hussein no fue un punto final para el conflicto. Ya en ese momento Irak era un lugar arrasado por los bombardeos estadounidenses y poco o nada quedaba del régimen anterior. Numerosos grupos terroristas se infiltraron en la resistencia iraquí y los problemas de seguridad obligaron a la coalición a replantear varias veces sus estrategias de intervención. La reconstrucción y la transición a la democracia no se cumplieron de la forma esperada y las armas de destrucción masiva nunca aparecieron. Los tesoros arqueológicos del país fueron saqueados y el número de víctimas civiles y heridos no dejaba de aumentar. El ejército iraquí fue desmantelado en su mayoría y nuevas fuerzas de seguridad fueron creadas.

Asimismo, paralelamente a todo ello, ocurrió que durante la ocupación estadounidense posterior a la guerra, una lucha confesional entre sunnitas y chiitas ensangrentó Iraq en el lapso del 2003 al 2008. Fue un conflicto sin precedentes en la larga historia de las relaciones entre las dos principales comunidades musulmanas de este país y ello se tradujo en cientos de miles de muertos, en su gran mayoría chiitas, y en un proceso de fragmentación territorial del país. La guerra en Irak produjo finalmente un estado dominado por una mayoría chiita que eligió al primer ministro Nuri al-Maliki, a quien la población sunita acusó de gobernar con una agenda sectaria que ignoraba las necesidades de las otras comunidades. Paralelamente, los kurdos lograron un significativo nivel de autonomía en el norte del país.

Teniendo en cuenta todo lo antedicho, puede decirse en términos estrictos que este es el contexto donde nace el Estado Islámico como prolongación cismática de la organización Al-Qaeda. Abu Musab Al Zarqaui, muerto en 2006 en un bombardeo estadounidense, había sido un líder contra la ocupación y por ello había reunido toda una serie de grupos yihadistas, inicialmente asociados a Al-Qaeda, por lo dentro de tal dinámica fueron alejándose cada vez más de Osama Bin Laden. El líder de Al-Qaeda era considerado blando y poco conocedor del terreno y se volvió cada vez más incapaz de mantener la disciplina en sus filas. A mediados del año 2006 nace el Estado Islámico de Irak, embrión del Estado Islámico, y a fines de la década es prácticamente independiente de la franquicia original. Un año antes se había unido al grupo de Al Zarqaui, el autodenominado primer Califa del Estado Islámico, Abu Bakr Al-Baghdadi, un clérigo nacido en Faluya y encarcelado durante un año por las fuerzas de ocupación.







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